Hubo un tiempo en que preparar la mochila significaba colocar un portafolios de cuero, sacapuntas de metal tipo guillotina, un estuche con reglas plegables y una monografía de papel ilustrada con los héroes nacionales. Esa escena, tan común en las décadas de los 80 y 90, hoy parece sacada de un museo de papelería para las generaciones que ya nacen con una tablet al alcance de la mano.

El mundo de los útiles escolares cambió tanto como la educación misma. Ya no se trata solo de escribir en un cuaderno o llenar hojas con tinta: ahora el aula combina pantallas con cuadernos inteligentes, apps educativas con libros reciclados y mochilas hechas de PET con pizarras interactivas. La evolución de estos objetos refleja algo más profundo: la transformación cultural y ambiental de nuestra manera de aprender.
Del papel secante al papel piedra
La desaparición de los dedales para pasar páginas, las gomas que prometían borrar tinta (y nunca lo lograban) o las biografías ilustradas en cartulina no es casualidad. Son objetos que cedieron su lugar a versiones más prácticas, digitales o sostenibles.
Hoy, los estudiantes cargan tablets en lugar de libretas gruesas, usan cuadernos reutilizables donde basta borrar con un paño húmedo para volver a escribir, y llevan mochilas ergonómicas elaboradas con materiales reciclados. El propósito sigue siendo el mismo —aprender y crear—, pero las herramientas son cada vez más ligeras, inteligentes y responsables con el planeta.

Educación con conciencia ecológica
En México, 99% del papel de los libros de texto gratuito ya proviene de material reciclado, de acuerdo con cifras de la Secretaría de Educación Pública (SEP). Desde hace algunos años, la campaña #TusÚtilesSonReÚtiles invita a donar cuadernos, libros y revistas usados para que la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos les dé nueva vida.
En las aulas, la enseñanza de las 3R —Reducir, Reutilizar, Reciclar— ya es parte de la formación. Los niños aprenden a transformar una lata en lapicero, una botella en maceta o el reverso de una hoja usada en un lienzo para dibujar. Así, la lista de útiles no solo prepara para las materias escolares, sino también para una vida más consciente y sustentable.

¿Qué viene en el futuro?
El camino parece claro: lo digital y lo ecológico convivirán cada vez más. Ya existen cuadernos elaborados con papel piedra (sin árboles ni agua en su proceso), pegamentos a base de almidón de maíz y colores sin envoltura de plástico. En paralelo, plataformas como Google Classroom o Khan Academy muestran que el aprendizaje puede fluir sin necesidad de papel.
Quizá dentro de unos años las listas escolares incluyan útiles reutilizables, mochilas compostables, paneles solares portátiles o suscripciones digitales, objetos que suenan futuristas pero que están cada vez más cerca.



Lo que no cambia es la esencia: los útiles, sean de madera, plástico, papel o pantalla, siguen siendo cómplices de los primeros trazos, de las ideas en formación y de la construcción de un futuro más informado y responsable.