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Soltar para sanar: cómo la flexibilidad mental abre caminos más saludables hacia el bienestar

Comprender cuándo insistir y cuándo soltar permite reducir el desgaste, aliviar la culpa y abrir espacio a nuevas formas de bienestar

Foto: Lookstudio / Freepik

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Durante décadas, la cultura de la perseverancia absoluta dictó que rendirse es sinónimo de fracaso. La frase “los ganadores nunca se rinden” moldeó generaciones enteras. Sin embargo, una nueva perspectiva emerge desde la psicología y la neurociencia: saber abandonar a tiempo puede ser tan valioso como persistir. Y, en muchos casos, es un acto profundo de autocuidado.

Perseverancia
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La persistencia como virtud… y sus límites

A lo largo del tiempo, la sociedad celebró la determinación férrea: personajes históricos, líderes y relatos populares glorificaron a quienes nunca se apartan de su camino. Esa visión moldeó la idea de que renunciar es signo de debilidad.

Pero hoy se reconoce que la flexibilidad mental y la capacidad de replantear metas pueden evitar desgaste emocional, frustración crónica y un deterioro real en la salud física. La tenacidad sigue siendo valiosa, pero no cuando se convierte en obstinación que lastima.

Estres laboral
Foto: jcomp / Freepik

Cuando insistir hace daño

El cuestionamiento al “grindset” —la cultura de la autoexigencia extrema— creció tras la pandemia. Cada vez más personas se preguntan si el sacrificio constante realmente conduce al bienestar o termina minando la estabilidad emocional.

Investigaciones en psicología del comportamiento muestran que la perseverancia excesiva puede aumentar la ansiedad, el agotamiento y la sensación de fracaso, especialmente cuando la meta ya no corresponde con los valores personales o con la realidad actual.

Por el contrario, quienes logran soltar objetivos insatisfactorios y reorientarse hacia nuevos horizontes tienden a experimentar mayor bienestar, incluso en momentos de adversidad.

Soltar
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La ciencia de ajustar metas

Uno de los avances más relevantes es la comprensión de la “capacidad de ajuste de metas”: la habilidad para dejar atrás objetivos que ya no generan crecimiento y comprometerse con otros más alcanzables y significativos.

Personas con alta capacidad de desvinculación y reorientación reportan:

  • Menor ansiedad.
  • Mayor satisfacción con la vida.
  • Reducción de malestares físicos asociados al estrés.
  • Menor riesgo de infecciones y desgaste fisiológico.
Flexibilidad Mental
Foto: Freepik

A lo largo de diversos estudios longitudinales, quienes insisten en metas irrealistas tienden a mostrar mayores niveles de cortisol (la hormona del estrés) y marcadores inflamatorios elevados, lo que incrementa el riesgo de enfermedades cardiovasculares y neurodegenerativas.

Abandonar también es autocontrol

Uno de los hallazgos más reveladores es que renunciar a una meta también requiere disciplina. Tomar distancia, revisar prioridades y aceptar que algo ya no funciona es un ejercicio profundo de autocontrol emocional.

Los obstáculos más comunes son:

  • El sesgo del costo hundido: continuar solo porque ya se invirtió tiempo o esfuerzo.
  • La culpa: asociar el abandono con debilidad personal.
  • La “crisis de inacción”: cuando la persona ni avanza ni suelta, quedando atrapada entre el impulso de persistir y el temor a renunciar.

Superar estos bloqueos permite liberar energía para emprender proyectos más coherentes y satisfactorios.

Estres
Foto: Freepik

Herramientas para saber cuándo soltar

La psicología propone estrategias útiles para lograrlo:

Reemplazar el propósito (goal shifting).

Identificar la necesidad detrás de la meta original y satisfacerla de otra forma.

Por ejemplo: si una disciplina deportiva ya no es viable, buscar un entorno social alternativo.

Proteger el nuevo rumbo (goal shielding).

Recordar que dejar ir es parte de un camino mayor, no un fracaso. Quienes adoptan este enfoque suelen tener mejores resultados en sus nuevas metas.

Curso
Foto: artursafronovvvv / Freepik

Poner la meta en pausa (goal shelving).

A veces no es necesario renunciar por completo. Posponer un objetivo puede aliviar la presión sin generar arrepentimiento.

La clave es establecer momentos concretos para revisarlo, evitando que la meta quede en un limbo indefinido.

El arte de dejar ir

Aprender a abandonar no es rendirse: es elegir con conciencia dónde poner la energía.

Significa reconocer que las prioridades cambian, que las personas evolucionan y que la vida no siempre se ajusta a los planes originales. Al tomar distancia y reflexionar sobre lo que realmente aporta bienestar, muchas personas descubren que soltar puede abrir espacio a nuevas metas más auténticas y significativas.

No todas las metas se cumplen. Pero soltar a tiempo puede ser una forma de madurez emocional y una puerta hacia una vida más equilibrada, saludable y satisfactoria.