La salud mental se convirtió en un desafío global que ya no puede esperar. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de mil millones de personas en todo el mundo viven con algún trastorno de salud mental, un problema que impacta tanto en la vida de las personas como en la economía: solo la depresión y la ansiedad generan pérdidas de alrededor de un billón de dólares al año a nivel mundial.
El director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, destacó que “transformar los servicios de salud mental es uno de los desafíos más urgentes para la salud pública”.

Añadió que invertir en salud mental no solo protege a las personas, sino que también fortalece sociedades y economías, subrayando que la atención psicológica debe ser un derecho básico, no un privilegio.
A pesar de la magnitud del problema, la inversión global sigue siendo insuficiente: apenas el 2% del presupuesto total en salud se destina a salud mental, sin cambios significativos desde 2017.

La situación en México
En nuestro país, los trastornos más comunes son la depresión y la ansiedad. Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), cerca de 35 millones de mexicanos vivieron algún episodio depresivo, mientras que la Encuesta Nacional de Bienestar Autorreportado (2021) indica que el 19.3% de los adultos presenta síntomas de ansiedad severa, y más del 31% enfrenta ansiedad en algún grado.
Los especialistas destacan que adolescentes y jóvenes adultos son los grupos más vulnerables, un llamado de atención para empresas, instituciones educativas y gobiernos sobre la importancia de generar entornos saludables y de apoyo.

Acciones urgentes para gobiernos y empresas
La OMS subraya que, aunque existen iniciativas de promoción de la salud mental, es urgente ampliar la inversión y los servicios especializados. Entre las recomendaciones destacan:
- Financiamiento equitativo para programas de salud mental.
- Capacitación y contratación sostenida de personal especializado.
- Atención comunitaria centrada en las personas, accesible y de calidad.

Para las empresas y el sector privado, esto representa una oportunidad: invertir en salud mental no solo protege a empleados, clientes y comunidades, sino que también fortalece la productividad, la innovación y la competitividad. La atención a la salud emocional debe ser un pilar estratégico en cualquier organización moderna.