La industria del juguete en México enfrenta un entorno complejo marcado por la incertidumbre arancelaria, el encarecimiento de insumos y una transformación acelerada en los hábitos de consumo. De acuerdo con estimaciones del sector, el crecimiento esperado para este año será de apenas 2%, mientras que los precios podrían incrementarse hasta en 35% hacia 2026.

La volatilidad del entorno internacional, particularmente en materia comercial, generó inestabilidad en la planeación y operación de las empresas del sector. La imposición de nuevos aranceles, así como los constantes ajustes en la política comercial global, limitaron la capacidad de crecimiento de la industria, afectando de manera más significativa a las pequeñas y medianas empresas.
A partir del 1 de enero de 2026 entrarán en vigor incrementos arancelarios de entre 5 y 50% a diversas fracciones arancelarias de plásticos y juguetes importados provenientes de países sin tratado comercial. Esta medida impactará directamente los costos de producción, en un sector que depende en gran medida del exterior: actualmente, 53.3% de los insumos son importados, frente a 46.7% de origen nacional.

La Asociación Mexicana de la Industria del Juguete (AMIJU), que agrupa a 38 empresas responsables de alrededor del 80% de las ventas nacionales, advirtió que el aumento de costos y la falta de certidumbre frenaron nuevos proyectos de inversión. Iniciativas orientadas al desarrollo de proveedores nacionales, particularmente en insumos como resinas, empaques y baterías, permanecen detenidas, lo que limita la competitividad del sector.
Este contexto también se refleja en la cautela de la inversión privada, que es puntual y concentrada en grandes corporativos, mientras que el resto de la industria mantiene una postura de espera ante la evolución del entorno económico y comercial.

Transformación digital y nuevos canales de venta
Más allá de los factores macroeconómicos, la industria enfrenta un cambio estructural en el comportamiento del consumidor. Las nuevas generaciones privilegian el uso de dispositivos electrónicos como tabletas y teléfonos móviles, lo que redujo significativamente el ciclo de vida de los juguetes tradicionales en los puntos de venta físicos, que hoy se estima en alrededor de ocho semanas.
Si bien el mercado total muestra un crecimiento marginal, las ventas en autoservicios registraron una contracción anual, reflejo de una menor afluencia y de la creciente competencia del comercio electrónico. En contraste, el canal digital mantiene un crecimiento sostenido cercano al 30% anual, consolidándose como el principal motor de ventas del sector.

El comercio electrónico concentra su mayor dinamismo en la segunda mitad del año, particularmente durante eventos promocionales y la temporada decembrina, cuando las ventas de juguetes pueden duplicarse frente a una semana promedio y superar en hasta 40% el promedio anual.
Las grandes compañías también resieron el entorno. Algunas reportaron caídas en ventas y márgenes, afectadas por el tipo de cambio, la inflación y los costos arancelarios. No obstante, consiguieron compensar parcialmente estos efectos mediante el fortalecimiento de sus divisiones digitales y de videojuegos.

La tendencia apunta a una reconfiguración del mercado: los videojuegos crecen a un ritmo significativamente mayor que los juguetes tradicionales y se consolidan como la categoría más dinámica, con un gasto promedio por consumidor muy superior al de los productos clásicos. Aun así, segmentos como muñecas y figuras de acción mantienen su relevancia, impulsados por la nostalgia, la innovación y las colaboraciones con franquicias icónicas.
En este escenario, la industria del juguete en México enfrenta el desafío de adaptarse a un entorno económico adverso y a un consumidor cada vez más digital, en un proceso de transformación que definirá su competitividad en los próximos años.