En un mundo hiperconectado, basta una notificación en el teléfono para caer en una espiral de noticias negativas que pueden dejar una huella profunda en la salud mental. Este fenómeno, conocido como doomscrolling, no solo roba horas de sueño: también altera la manera en que percibimos el mundo y nuestra seguridad personal.
En México, donde más del 78% de la población utiliza internet y pasa en promedio más de ocho horas diarias conectada, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), el riesgo es real. La exposición constante a imágenes de violencia, desastres, conflictos políticos o noticias falsas puede desgastar emocionalmente sin que las personas se den cuenta.

El círculo vicioso del doomscrolling
El doomscrolling consiste en desplazarse sin parar por redes sociales o portales en busca —consciente o inconsciente— de noticias inquietantes. Lo que empieza como una “rápida revisión” de mensajes, termina en minutos (o incluso horas) de inmersión en contenido perturbador, que deja a la persona agotada, ansiosa y desconfiada.
Un estudio reciente de la Universidad de Flinders, en Australia, analizó a 800 estudiantes de Estados Unidos e Irán y concluyó que este hábito provoca ansiedad, altera la percepción del entorno y eleva la sensación de amenaza. Aunque el estudio no incluyó a México, especialistas nacionales advierten que el impacto puede ser incluso mayor en un país donde la violencia y la incertidumbre forman parte de la agenda mediática diaria.

Consecuencias para la mente… y el cuerpo
La investigación reveló que el doomscrolling no solo incrementa la desconfianza y la visión pesimista de la vida, sino que activa el sistema nervioso simpático: el mismo que se enciende ante un peligro real. Esto se traduce en respiración acelerada, aumento de la frecuencia cardíaca y la presión arterial, tensión muscular y liberación de hormonas del estrés como el cortisol y la adrenalina.
En casos prolongados, esta reacción puede derivar en ansiedad crónica, depresión, insomnio y, en personas con antecedentes traumáticos, síntomas similares al trastorno de estrés postraumático.

Una amenaza invisible que podemos frenar
El problema es que el doomscrolling se siente “pasivo” y cotidiano: nadie cree que unos minutos extra en X, Facebook o TikTok tengan consecuencias, pero poco a poco, este hábito erosiona la salud emocional.
En México, psicólogos y terapeutas recomiendan tres pasos clave para romper el ciclo:
- Monitorear el tiempo en pantalla y reducir la exposición a noticias negativas.
- Intercalar contenido positivo o de interés personal que genere calma o aprendizaje.
- Practicar pausas digitales: momentos sin teléfono, sobre todo antes de dormir.
En un entorno saturado de información adversa, desconectarse no es aislarse: es proteger la mente y el cuerpo. Porque cuidar la salud mental también significa elegir qué historias dejamos entrar a nuestra vida.